A Duardito

Ahora que estamos perdidos
puede que nos encontremos
en algún bar de Buenos Aires,
quizás en el de la esquina de Carabelas
a la vuelta de la “muni”.
Quizás me esperes sino, sobre la calle Corrientes
para que volvamos a Franklin
y se arme tertulia de puchos y café
hasta tarde.
Quizás, viejito mío, nos encontremos
escuchando Adiós Nonino,
quizás Piazzolla, nos devuelva lo perdido.
Hoy te doy las gracias, por todo esto que soy,
por Borges, Sábato y Cortázar
que llegó a mi vida inculcado por vos.
Gracias por tus tangos,
por Glenn Miller y su jazz,
por lo clásico y lo profundo,
por salvarme la vida,
porque te elegí en ésta para que seas
mi padre, mi viejo, mí querido viejo,
como dice Piero…
Que no nos quede nada pendiente,
que lo que dijimos, quede presente,
que el amor y el cariño fluyan con la corriente,
de la vida, tuya y mía,
de la muerte, eternamente…

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